lunes, 24 de julio de 2023

Rota...

Borrador 10.  Septiembre 2021


Me gusta porque no se le nota que está rota. Me contagia

esa idea de que se puede ser feliz a pesar de tener un corazón

despedazado.

Yo sé que así lo tiene. Le falta una pieza de esas que nunca

más va a encontrar. Ella va a vivir sin una parte para siempre. Con

un corazón desarmado que nunca va a armarse de nuevo. Pero la

piba se para igual. Se para y no se le nota que renguea. Sigue.

Sigue jugando con esas piezas que le quedan, sabiendo que nunca

más va a volver a tener el rompecabezas armado arriba de la mesa.

Ella sigue caminando con ese vacío incrustado en el pecho. Sigue

jugando con lo que le queda. Guarda el dolor de la pieza que le

falta para otro momento. Ella se sigue parando. No está sanada.

No va a sanar. Lo sabe. Pero se para con esa fortaleza del que sabe

que así es la vida.

Ella ya entendió todo. Sabe que perdió la batalla. Lo sabe.

Pero se ríe. Y a veces disfruta. Contagia la idea de que se puede.

Que, aun rota, se puede si se quiere. Ella perdió justo lo que no

te- nía que perder. De todas las cosas posibles, justo esa no tenía

que perderla. Pero la perdió. Y le duele en el pecho y en la

garganta.

Extraña. No se agarra de nada que la distraiga de la verdad de

saber que no está y que no va a volver. Pero ella sigue. A veces

tropieza, pero cree que tropezar mirando al cielo siempre compensa.

Sigue. No tiembla. Y entonces a mí, me gusta esa sonrisa en su

cara. Me hace pensar que se puede. Me gusta ver que sigue con

lo que tiene. Que no busca reemplazos.

Me gusta verla porque me planta una evidencia que me cuesta

asumir. Sí, la gente rota puede seguir su curso. Puede ser feliz. Ella es

feliz. Las sonrisas no mienten. La mirada, tampoco. Ella es feliz. Y está

hecha pelota. No es careta. No es valiente. Es simple- mente una piba

que, rota, camina igual.

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